Itinerario de un viaje a Gambia que cuenta la aventura de una semana de dos viajeros descubriendo el país más pequeño de la Costa Sonriente.
Itinerario para visitar Gambia
Llegada a Gambia
Vuelo con la compañía Vueling desde Barcelona. Después de 5 horas llegamos al Aeropuerto Internacional de Banjul, capital de Gambia.
No se necesita visado para la entrada al país, sin embargo, desde la llegada del Covid, las autoridades se inventaron una tasa que hay que pagar a la llegada al aeropuerto. La tasa son 20$, si pagas en euros, te devuelven 100 dalasis (moneda oficial de Gambia). Pagamos y pasamos el control de pasaportes, así como las maletas por un escáner.

Necesitábamos sacar dinero gambiano y el aeropuerto es un buen punto para ello. Decidimos sacar 8000 dalasis cada uno (unos 110€). Por la utilización del cajero te cobran 200 dalasis más de comisión.
Si quieres tener datos durante tu estancia en Gambia, una de las mejores opciones es comprar una tarjeta en el aeropuerto. Hay varias operadoras de telefonía móvil que te ofrecen paquetes de datos similares. Finalmente nos decantamos por Africell, ofrece los mejores precios y habíamos leído recomendaciones. Contratamos el pack de 3GB por 575 dalasis.
A la salida del aeropuerto, hay varios “taxi controllers” que te preguntan si necesitas taxi y con el que negocias los precios. Al final, conseguimos que nos lo dejara en 1300 dalasis (19€) hasta el hotel situado en Serekunda, unos 45 minutos aproximadamente. El taxi controller, te pide una propina por “las gestiones” y le dimos 25 dalasis.
Hicimos el checkin en el hotel y fuimos a cenar a un restaurante hindú cercano.


Excursión a Roots
Comenzamos el día yendo a desayunar en el hotel, pues lo tenemos incluido en el precio. No hay gente en el restaurante y, con su ritmo africano, les pedimos un par de tortillas con cebolla para llevar.
La hora de recogida es a las 07:20h y nuestro guía Salomon, bastante puntual, nos espera en la recepción.
Después de 25 minutos más de la hora prevista, nuestro desayuno está listo. En la excursión solo estamos nosotros dos, una pasada que sea privada.
El guía nos lleva en coche hasta la zona del puerto de la capital, Banjul, donde cogemos un ferry para atravesar el río Gambia hasta la otra orilla. El ferry es pequeño y va cargado de vehículos y, principalmente, locales. Hay un gran bullicio, pero es muy divertido observar el día a día de la gente local.


Una vez llegamos a Barra, ciudad portuaria al norte del río Gambia, vamos caminando por un ajetreado mercado, además de por unas calles pequeñas donde desde las puertas de las casas se pueden ver a las mujeres cocinando platos de cordero y pollo.
Por el camino, varios vendedores ofrecen libros y lápices y poder dárselos a los niños del poblado (obviamente, una turistada). Nosotros nos negamos a comprar nada.
Cuando salimos del mercado, nos encontramos con el chofer que nos está esperando en un jeep para continuar la excursión. Por la carretera asfaltada circulamos unos 25 minutos y por el camino nos encontramos a niños corriendo y gritando. Nos piden caramelos mientras gritan “hello, hello” y «toubab» (extranjero).

La primera parada de la excursión es la aldea donde vivió Kunta Kinte y donde un habitante de la aldea te cuenta la historia de la esclavitud en Gambia. A continuación, entras en el museo donde se exhiben fotos, dibujos explicativos de la historia de la esclavitud y su abolición, grilletes y cadenas de esclavos, armas de fuego, etc. Si sacas fotos dentro del museo hay que pagar 100 dalasis.


Nos volvemos a subir al jeep y en menos de 5 minutos, llegamos a la otra parte de la aldea, desde donde sale el barco a la isla Kunta Kinteh. Esta isla se llama así desde el año 2011, antes recibía el nombre de James Island.
Antes de partir, nos acercamos al restaurante para elegir el plato vamos a querer comer y tenerlo listo cuando regresemos.
El trayecto en barca son 15 minutos y la isla es muy pequeña, donde solo quedan ruinas de la fortaleza. La erosión y la crecida del río han engullido más de la mitad de la isla. El recorrido por la isla es corto, de unos 15-30 minutos. Aún se pueden ver restos de una antigua prisión y algún cañón de la época.
Es muy curioso ver como usaron las conchas con cemento para la construcción del fuerte. También probamos las semillas de un fruto que dicen que es bueno para el estómago (pero ¿qué estómago?).


Regresamos en barca a la aldea, donde ya tenemos la comida preparada. Entre los platos que sirven está el pollo al curry y el pollo hassay, ambos los sirven con patatas fritas y están bastante buenos.
Mientras comemos, algún vendedor ambulante se acerca a ofrecernos sus cachivaches o dulces para los niños.


Al finalizar la comida, volvemos en jeep a Barra, donde cogeremos el ferry de vuelta hasta Banjul. Desde aquí el guía nos deja de nuevo en el hotel, sobre las 15:40h.
Hace mucho calor y humedad, unos 34 grados, por lo que decidimos pasar lo que nos queda de día entre la playa y la piscina.
A las 18:30h nos acercamos a ver la puesta de sol y cenamos en un restaurante cercano, pollo y arroz (3€).


Reserva de Makasutu y visita a Tanji
Empezamos el día desayunando un “english breakfast” en el hotel, ya que tenemos los desayunos incluidos. A las 09:00h quedamos con nuestro guía del día anterior, Salomon, para que nos lleve a la Reserva de Makasutu.
Makasutu significa bosque sagrado en Mandinka (Maka- bosque, Sutu – sagrado). Dicen que el nombre proviene de un antiguo mago que habitaba el lugar y llegaba a predecir el futuro de aquellos que querían conocerlo a través de sus palmas. Pero no nos quedó muy claro.

Cuando llegamos familias de babuinos corren a sus anchas por la zona, subiéndose a los árboles y vehículos que encuentran. Junto a la entrada también hay un refugio que cuida de perros, burros e incluso camellos. Estos animales pertenecían al antiguo presidente.


Empezamos el tour con la introducción de un guía local, mientras esperamos en un lobby con música en directo local, cuyos instrumentos son autóctonos de la zona. El paseo hasta el «campamento 2» donde se encontraba un antiguo resort dura apenas 10 min. Allí subimos a una torre de 10 metros desde donde se divisa el manglar de Makasutu. La torre está bastante abandonada, fruto de la pandemia de ébola de 2014 y la reciente de Covid. Además, te advierten que es peligroso subir
A la bajada cogemos una canoa por un corto recorrido a contracorriente, la canoa está chula pero no te llevan prácticamente a ningún lugar y no se ven animales ni nada.


A la vuelta son 40 min andando por el bosque, y durante el trayecto te enseñan diferentes plantas y árboles y su importancia para la elaboración de remedios caseros. También pasamos por unas cabañas donde gente local puede leerte el futuro a través de tus manos, pero nosotros decidimos mejor conocer el presente
La otra parada durante el paseo es la demostración de cómo cogen un fruto en las palmeras para elaborar un jugo o un licor si es fermentado. La demostración consta de un hombre subiendo la palmera a través de un cinturón.
Una vez finalizada y pedida la propina, te llevan en coche hasta la entrada donde hay un craft market, pero nosotros preferimos seguir al siguiente destino, Tanji.
Tanji. El auténtico "souvenir" de la Costa Sonriente
Hablamos con nuestro guía y llegamos al acuerdo de que por 2000 dalasi nos llevaría hasta Tanji para ver el intercambio de los pescadores en la playa. Durante el trayecto, comemos en un restaurante local por un precio de 150 dalasi el plato de yassa, e invitamos al guía celebrando que a su hijo le han promocionado en la escuela por su nivel escolar.

Tanji es una población pesquera famosa por el tráfico pesquero que su playa acumula. Durante la visita caminamos por diferentes zonas donde el pescado está ahumado para poder aguantar hasta un año su consumo, también hay zonas con pescado lleno de sal para evitar que las moscas pongan huevos.
El olor y la textura que se respira en ese ambiente es especial. En la playa cientos de barcos adornados con pinturas coloridas alegran la playa, unos suben después de la jornada y otros bajan para comenzar la faena, el tráfico es incesante.


Mientras algunos barcos que acaban de regresar y, llenos de mercancía, negocian con los locales. Estos se lanzan con inmensas cajas que se colocan encima de sus cabezas para poder transportar el pescado hasta la orilla, donde comienza la subasta.
Tanji lleva pescado a diferentes zonas de Gambia e incluso a Senegal. Al regresar pudimos ver decenas de neveras donde guardan el pescado, estas neveras carecen de electricidad y su utilidad reside en los bloques de hielo que colocan para mantener el pescado.
La orilla está llena de peces de todos los tamaños e incluso tripas, cabezas, etc, y que sirven de festín a las gaviotas.
El lugar es muy fotogénico pero cuidado, los habitantes no son tan agradables con las fotografías y muchos de ellos pueden negarse a que les fotografíes con escandalosos gritos.
Vuelta al hotel, baño en la playa y piscina. Nos acercamos a ver la puesta de sol en la parte trasera del hotel. Y, para finalizar el día, cenamos en ¡BLONDIES! nuestro restaurante de confianza.



Paseo por Banjul y visita de Bijilo Park
Comenzamos el día más tranquilo que los días anteriores, pues la hora de recogida es a las 09:30. Desayunamos en el hotel un english breakfast, para variar.
La primera parada que realizamos es Kochikally pool, una atracción bastante turística en Gambia pero que tiene una connotación histórica. Esta piscina siempre ha estado habitada por cocodrilos.
Cuenta la leyenda que lavarte con dichas aguas proporciona un poder, especialmente a las mujeres, para la fertilización. Sin embargo, la creencia perdura hasta nuestros días, ya que incluso estudiantes usan estas aguas para tener suerte en los estudios.

El lugar cuenta también con museo donde se exhiben fotos, instrumentos musicales, trajes culturales u objetos bendecidos por chamanes para diferentes usos llamados Jujus.
Junto a la piscina yacen, tumbados, decenas de cocodrilos inertes a los movimientos de los turistas que los tocan y se hacen fotos con ellos. Algunos tienen las fauces abiertas como si estuvieran disecados, pero es un modo de refrigeración que usan estos animales en momentos calurosos. Algunos reptan buscando zonas con más sol. Estos cocodrilos son alimentados por los humanos con más de 200kg de pescado, una visita curiosa.


La siguiente parada es la capital de Gambia, Banjul. Lo primero que te encuentras al llegar es el arco 22, un mausoleo que se construyó el 22 de julio de 1994 por el antiguo dictador de Gambia, conmemorando su llegada al poder. Este edificio es el más alto de Banjul y se podría decir incluso que de Gambia. Por un módico precio puedes subir y asomarte para ver las vistas panorámicas de Banjul.
A continuación, vamos caminando por las calles de Banjul hasta el mercado central, el camino nos lleva unos 15 min por el sol abrasador.
Es sábado y el mercado no está tan transitado como entre semana, aun así, se siente una explosión de sentidos. Pescado, fruta, textil, cualquier cosa que puedas imaginar, está en este mercado.


Una vez empapados del caos del mercado, volvemos al vehículo para dirigirnos a Bijilo Park o, también conocido como Parque de los Monos.
Damos un paseo refrescante por sus caminos protegidos del sol por su frondosa vegetación. En ella habitan monos verdes y monos rojos occidentales que, acostumbrados al paso de turistas, comen cacahuetes y plátanos que ofrecen los visitantes. A pesar del constante flujo de turistas, los monos no se fían del todo y, con cierta inseguridad, se acercan lentamente para coger cacahuetes.
Junto a este parque se encuentra la playa de Bijilo, muy bonita para pasear, bañarte y descansar al sol.


Después de la visita vamos a un restaurante local famoso por los gambianos y desconocido para los visitantes, no apto para escrupulosos. Se trata de Kaddy Kaddy restaurante en Kololi. Su menú es muy reducido: Yassa, Chus y Domada todos los platos servidos con ternera. Aquí no te van a servir en la mesa, tienes que ir a pedir y te sirven de un caldero, como si fuera un comedor social. Su sabor es exquisito, la ración gigante y su precio lo mejor, tan sólo 125 dalasis el plato, es decir menos de 2€.
Una vez finalizado, volvemos al hotel donde exhaustos descansamos junto al mar, bañándonos con los últimos rayos del sol. Esta vez no habría cena, KaddyKaddy nos había vencido

Corazón de Gambia
Comenzamos el día muy temprano, a las 06:15h nos levantamos, preparamos las mochilas y a las 07:20 nos recogen, no nos da tiempo ni a desayunar.
Por el camino recogemos a nuestro inseparable guía Salomon que espera en su aldea natal. Cinco horas de trayecto, unos 150 km, atravesando las zonas más rurales del país nos esperan.


Cruzamos el río Gambia por el puente Senegambia que une el norte con el sur y, tras 30 minutos, llegamos a una bulliciosa aldea conocida por el Farafenni market, hasta él llegamos usando el vehículo “house cart”. Este medio de transporte se trata de una carreta tirada por un caballo donde los locales se suben sentados. Junto a nosotros viajan familias, y madres que transportan a sus hijos a la espalda.

Pensábamos que el mercado de Banjul era una locura, pero viendo esto comprobamos lo que es la Gambia auténtica. En él se venden todo tipo de productos, la gente local está muy ocupada en sus labores como para darse cuenta de que estamos ahí flipando con todo. Los precios mucho más baratos que en la capital. Llegamos a probar un “cupcake” pero no tiene nada que ver con el que conocemos, se trata de una masa como de pan que echan en aceite hirviendo junto con especias, la verdad que no está mal.


Proseguimos con el viaje unos 30 minutos más hasta la localidad de Kaur. Aquí comemos en kauuren restaurant, un emplazamiento provisto de unas cabañas en lo alto de una colina con unas vistas envidiables del río Gambia. Nos pedimos lo de siempre, yassa: pollo y arroz, servido de una forma muy casera, una delicia.

Tras un trayecto de una hora aproximadamente, llegamos a Wassu, donde visitaremos el lugar donde se encuentran unas piedras que datan de hace 1500 años. El lugar, protegido por la UNESCO, contiene varios círculos de piedra que se utilizaron para ceremonias y rituales de sepultura. Estas piedras están hechas de hierro y aluminio y han sido talladas y transportadas 200m desde una cantera por los ancestros. Estas formaciones también se encuentran en Senegal, sin embargo, Gambia es la que tiene más ejemplares.



A escasos 15 min en coche llegamos a Kuntaur, donde nos embarcaremos en la búsqueda de hipopótamos y chimpancés. El recorrido en barca, hasta la Baboon Island, dura una hora aproximadamente (ida y vuelta).
En el trayecto pudimos ver un tímido hipopótamo que asomó la cabeza dos veces para respirar y desapareció. Cuando aún no habíamos recobrado la alegría del avistamiento del hipopótamo, enseguida vimos movimiento en las ramas, una familia de chimpancés se colgaba de las ramas alimentándose de los frutos de los árboles.
La Isla de los Babuinos es un ambicioso proyecto que data de 1979 para proteger a los chimpancés, más de 90 han sido reintroducidos en la naturaleza y actualmente viven unos 120 en la isla agrupados en 4 familias. El chimpancé comparte hasta un 99% de ADN con los seres humanos, convirtiéndolos en la especie más parecida.


Una vez regresamos al puerto de Kuntaur, nos vemos rodeados de decenas de niños que interaccionan con nosotros e incluso fascinan con los tatuajes de animales que luce mi amigo Daniel. Nos piden lápices, materiales escolares e incluso botellas de plástico con las que llegan a pelear para obtener alguna vacía. A pesar de sólo conseguir un par de botellas vacías, nos siguen por la ventanilla bromeando y despidiéndose.

Tras 15 min de conducción, llegamos a la zona donde tenemos que subir la furgoneta a un ferry para transportarlo hasta la isla de Jangjabureh. La distancia es corta, apenas 20-30 metros lo separan, pero no hay puente y tenemos que desplazarnos de esta manera.
Una vez llegamos al alojamiento debemos cambiar, ya que nuestro guía no está contento con las condiciones y nos trasladamos unos metros más adelante de la misma calle, hasta Baobo Long, un albergue local sin lujos, pero con aire acondicionado. Aunque a nosotros no nos hacía falta, esto es lo que más valoran ellos.


La ducha apenas daba unas gotas de agua, por lo que el aseo tenía que ser muy básico. Cenamos fish and chips de un pez llamado butterfish que no tiene espinas, una cena corriente para el lugar que no dispone de WiFi y las cervezas cuestan 150 dalasi. Tras la cena tocaba irse a dormir para recuperar fuerzas de este largo día.
Regreso y traslado a la costa oeste
El día comienza ruidoso, ya que se hospedan en el mismo albergue una convención de trabajadores de Gambia y son muy madrugadores y escandalosos. Además, Gambia es un país musulmán y durante el día suenan las llamadas a la oración siendo la primera a las 6:00am.
El desayuno se sirve a las 08:30h, té, café, mantequilla y pan acompañando una tortilla de pimientos que estaba muy rica. Nos sorprende que el brick de leche es de la marca asturiana, pero no sabemos si ha sido rellenado. También vemos un brick de un zumo de Don Simón y un bote de mermelada Hero con la etiqueta en español. La verdad que sorprende irte tan lejos y ver productos de tu país.
Una vez finalizado, damos un paseo a pie por el barrio yendo al edificio del gobernador de la isla, que también usa el presidente cuando visita la región. Junto al mercado local, se encuentra un parque regido por un árbol que representa la libertad que los esclavos anhelaban en el pasado. Janjabureh fue una isla por la que muchos esclavos pasaron antes de ser marcados y vendidos en la isla de Kunta Kinteh. El árbol simboliza la libertad porque en esa época decían que si tocabas un árbol al otro lado de la orilla te convertías en una persona libre, muchos de ellos murieron ahogados intentándolo.


Antes de irnos de la isla hacemos una parada en el museo de Kankaburah donde exponen diferentes trajes de las tribus y nos cuentan las historias que representan cada uno. La verdad que es muy interesante, el festival se celebra en enero.
Abandonamos la isla por la zona sur, donde sí que hay un puente y desde ahí conducimos 2h hasta la población de Soma, lugar donde el día anterior había sido nuestra primera parada. Tomamos unas bebidas de guayaba y mango y proseguimos el viaje hasta Gunjur.


Nos hospedamos en Nemasu EcoLodge, un alojamiento paradisiaco con cabañas en medio de un bosque a escasos metros de la playa. Las cabañas muy simples y espaciosas no tienen agua caliente, pero con la temperatura tan agradable no nos hace falta.
Pasamos el resto del día en la playa, el alojamiento tiene unas hamacas gratuitas para los que se hospedan en el hotel. Lo negativo es que los pagos deben hacerse en efectivo y los precios de la comida en el hotel son muy elevados. Como solución nos dimos una vuelta por la playa. Varios gambianos nos invitaban a los “lodges” donde trabajan en los que también sirven comida por un precio de 250 dalasis el plato de benechin, la mitad del precio de nuestro alojamiento.
La playa es muy agradable, y al final de esta, se encuentra la Gunjur Sand Mosque “Kenye-Kenye”, una mezquita pegada a la costa con una preciosa arquitectura y colores.
Si se continua hasta Gunjur beach, se puede observar el bullicio de los pescadores aventurándose con sus barcas al noble arte de la pesca.

Relax en el paraíso gambiano
Pasamos el día paseando por la playa, bañándonos y tomando el sol en las hamacas. Teníamos pensado hacer alguna excursión de las que ofrecía el lodge como visitar un pueblo en Senegal en bicicleta. Pero finalmente preferimos aprovechar los 32 grados de temperatura para desconectar. Los locales pasean con sus vacas por delante de nosotros, en el mar se aprecian los saltos de los peces.
Cae el sol y nos quedamos anonadados del impresionante atardecer. Junto a nosotros, Idrissa, un pescador local prepara su cebo para lanzarlo al mar, nos acercamos y muy amable nos enseña sus trucos. Una pasada.



Regreso a España
Nos despertamos temprano para aprovechar la luz del amanecer y para realizar alguna grabación con el dron de la mezquita y la playa.
Paseamos por la playa con tristeza de nuestra pronta marcha, por el camino saludamos a algunos gambianos que habían sido tan amables con nosotros y les obsequiamos con camisetas, chanclas, frontales, medicación, varios materiales que no necesitábamos y preferíamos donar.
Nos damos los últimos baños y nos preparamos para el viaje de regreso a casa. El taxi lo reservamos en el lodge por unos 1600 dalasis (21,90€), más caro que lo que ofertaban en su página web, pero no teníamos mucho margen de maniobra.


Salimos a las 14:30h y el vuelo era a las 19:45h, por lo que llegamos con mucho tiempo de antelación al aeropuerto, después de 1h de trayecto. En África es mucho mejor salir con bastante tiempo de antelación porque no sabes con qué te puedes cruzar.
El aeropuerto esta vez viéndolo de día es pequeño, pero cuenta con Wifi gratuito, dos restaurantes con platos que están bastante bien de precio, cantidad y calidad, cajero automático etc.
Una vez cruzas el control de seguridad, en la sala de espera el wifi funciona super bien, incluso en las televisiones estaban televisando la champions league en directo. También cuenta con bar, terraza y algunas tiendas.
Cogemos el vuelo de vuelta a las 19:45h y, tras 4h y media, aterrizamos en Barcelona. Después de algún susto, como un amago de overbooking, cogemos el vuelo de vuelta a Madrid a las 07:30h.
La aventura había acabado, pero volvíamos felices por lo que Gambia había dejado en nuestras retinas y en nuestros corazones.
